La grelina se conoce como la hormona del hambre y se le da ese nombre, gracias a que los niveles de grelina se elevan y el cuerpo recibe la señal para que aumente la ingesta de alimentos, es decir la sensación de hambre. Las alteraciones en el control de esta hormona se han asociado con el aumento de peso y existen muchos factores que pueden influir en la producción de esta.
El nombre de grelina proviene de la capacidad que tiene para estimular la liberación de la hormona del crecimiento y se ibera en muchos de los órganos del cuerpo, pero como hormona del hambre, alrededor del 75% de la grelina circulante se produce en el estómago. Puede interactuar con muchas hormonas y tiene una relación inversa con la insulina, ya que a medida que aumenta la insulina, la grelina generalmente disminuye.
Esta hormona tiene un fuerte efecto estimulante del apetito, por lo tanto, su liberación juega un papel clave en el metabolismo al regular la ingesta de calorías. También destaca un efecto directo sobre la creación de nuevas células grasas y una mayor cantidad de almacenamiento de grasa, lo que significa que si la grelina no funciona correctamente puede conducir a un aumento del hambre y de ingesta de calorías.
La pérdida de peso mejora la liberación y la respuesta de grelina, pero las hormonas necesitan un tiempo de adaptación para asimilar el proceso de cambio corporal, es por esto que por un tiempo la pérdida de peso suele está asociada con el hambre para la mayoría de las personas. El ejercicio influye en la regulación del hambre, ya que no aumenta el apetito a los mismos niveles que lo hace una restricción de calorías y esto está relacionado con los mecanismos que causa la liberación de grelina. Por esto es importante que quienes comienzan a reducir kilos de más, aumenten el gasto en lugar de restringir demasiado las calorías, es decir, movernos más y no tanto en hacer una restricción muy severa de comida. No es lo mismo una caloría gastada por ejercicio físico, que una caloría no ingerida por alimentación.